miércoles, 15 de noviembre de 2017

Una Jornada Especial

MONTERÍA EN EL GARBANZUELO
Álvaro Martín Cordobés

Por fin llegaba tan ansiado fin de semana, ese que llevaba tantos meses esperando. El viernes partimos para un pueblecito de la provincia de Ciudad Real, situado en las estribaciones del Parque Natural de Cabañeros, llamado Retuerta del Bullaque, donde nos quedaríamos en una bonita casa rural. El equipo titular para ocupar dicha casa estaba integrado por Rafael, el primo Luis, Antonio 'El nervios', mi tío, Cesar (nuestro amigo palentino), mis padres, María y un servidor.



Tras la cena en el hotel balneario de San Pablo de los Montes, nos dispusimos a sortear. El puesto que nos toco en suerte sería el 8 de la armada del LABRADILLO, un cierre con la mancha a montear el día siguiente.




A la mañana siguiente, después de las pertinentes migas, partimos para la mancha a montear, yendo esta vez al puesto  mis padres, María y yo, eso es montear en familia!!. El puesto tenía un ajustado testero, compuesto por alguna encina salteada que intentaba sobresalir por el espeso mar de jaras. 






La gran densidad de cistus hacia presagiar que hasta que no soltarán las rehalas no empezaría el movimiento de las reses. Una vez soltaron las rehalas, comenzó la algarabía de ladras, entremezcladas con las detonaciones de los monteros, que desde nuestro puesto nos hacia pensar lo cargada de reses que estaba la mancha, pues el tiroteo era constante, pareciendo que nos encontrábamos en un ojeo. 

A eso de las 12 y 25 de la mañana, cuando ya el tiroteo ya no era tan descomunal, sentimos un tropel venir hacia nosotros por la cañada que teníamos debajo, y yo, pensando que eran ciervas,  tomé una actitud tranquila ante esa galopada que cada vez estaba más cerca nuestra, siendo sorprendido por un pequeño venado y una cierva en el testero. Cuando iba a irme con el  pequeño venado, vi aparecer por la misma vereda otro precioso macho, que destacaba por encima del pequeño. Mi padre, al ver el segundo venado, me dijo '' !el segundo, tírale al segundo que es grande¡'', y yo, errando el primer disparo, abatí el bonito ejemplar con el segundo que, aunque un poco alto, fue efectivo, alcanzándole en el ''raspín''. Tras escuchar el  ¡bien! de mi padre, intente hacer el doblete con el otro venado, que se estaba perdiendo en la espesura de las jaras, soltándole un tiro, siguiendo la máxima de mi amigo Rafa Salinas '' tu mándale grains y que coja los que quiera''. Las reses venían seguidas de los Borlanes, por lo que el lance no pudo ser más perfecto. 


Con la alegría de haber abatido ese precioso venado, y con la esperanza de poder haber hecho doblete, era el turno de terminar de redondear la jornada haciendo novia a María. En la montería se podían abatir ciervas, por lo que estábamos atentos a la llegada de cualquier res. Vimos aparecer una cierva escapando de los perros, que se quedo plantada en el testero al vernos. El primer disparo se le quedó un poco bajo, por lo que la cierva arrancó buscando la espesura pero, tras recargar, ejecutó un precioso lance con un disparo en movimiento que alcanzó al animal. Mi padre y yo, con la emoción de tener una nueva montera entre nosotros, abrazamos a María con la misma alegría que si hubiéramos matado la mejor de las reses. El día estaba siendo perfecto, no se le podía pedir más. 



Con el final de la montería, mi padre y yo fuimos a pistear el segundo venado. Una vez estábamos en el tiro, vi sangre pegada en una jara y, tras realizar un difícil pisteo debido más a la densidad y altura de las jaras que por la distancia a la que estaba le venado, encontramos el segundo. 



Cuando juntamos las reses que más cerca estaban, nos hicimos las fotografías pertinentes. 





Una vez llegamos a la junta de carnes, tocaba disfrutar de los lances y experiencias vividas con el resto de nuestros amigos monteros. María, no muy amiga de la sangre, prefirió no decir nada respecto de su noviazgo, cosa que no puedo culpar, pues ni yo ni mi padre tuvimos ese tipo de noviazgo, no siendo por eso mejores ni peores monteros. Eso sí, no se escapó de invitarnos a un café en petit comité a la cuadrilla de la casa rural. 



EL REGALO NAVIDEÑO

UN DÍA INOLVIDABLE En plenas fechas navideñas, mi tío me llamó para que fuéramos a tirar zorzales, algunos se veían, pero íbamos princip...