Álvaro Martín Cordobés
Esta
vez monteábamos la otra mancha con respecto al año anterior, y que
tan buen resultado había dado. El día señalado era el 28 de Enero para cazar esta espectacular finca, para mi de las más bonitas a las que
he ido a lo largo de mi vida montera. El sorteo se realizó 2 días
antes en el Hípico, donde de nuevo nos disponíamos a saludar a este
magnífico grupo consolidado en el panorama montero. Tras los
Valsequillos no monteábamos juntos por lo que había andanzas y
mentiras que contar de las jornadas que habíamos tenido en este
último mes.
Esta
vez no podía acompañarnos María a la montería por motivos
universitarios, por lo que la toda la responsabilidad de la jornada
caía en mi manita. Una vez escuché nuestro nombre hice como mi buen
amigo Rafael Salinas dice '' antes de sacar el puesto hay que tocarse
lo más sagrado'' ( no hace falta que diga que es..), tras ello me
dispuse a sacar el puesto de el número 2 de la Armada del Castillo.
Nuestro jefe de campo, Anastasio, me dijo que era un puesto largo,
igual o incluso más que el que había tenido el año anterior, y eso
ya es decir.
Durante
el día siguiente a la junta, estuve buscando el Google Maps la
localización del puesto y la orografía, cosa que no me resultó
nada fácil porque ya se sabe donde están los Cabezos. Se trataba de
un puesto espectacular, como la mayoría de los que encontramos en
aquella zona.
A
la mañana siguiente como es costumbre quedamos en ' el jaguarcito '
casi toda la peña, y nos dispusimos a emprender el laaaargo camino
hasta la finca. El desayuno iba a realizarse en una explanada que se
encuentra pasado Mina Gloria, una vez terminan los Lagos de
Carboneras. Durante el desayuno podíamos contemplar unas magnificas
vistas de los Membrillos y de las Monteras.
El
camino desde el desayuno hasta la finca se me hizo bastante corto, y
una vez entramos en la mancha no podía dejar de mirar a mis
alrededores ¡Espectacular!, era como el paraíso venido hasta el
mundo terrenal, una verdadera joya.
Cuando
llegamos al puesto, mientras me asombraba de aquellas espectaculares
vistas, compuestas de un testero de monte bajo sin apenas arboleda al
frente, la cara de un cerro bastante limpio a la izquierda y un
extensisimo pinar a la derecha, que por desgracia no se podía ver
bien, porque el sol nos daba de cara. Fuimos cargando el rifle,
poniendo el trípode (aunque no me guste usarlo, aquella vez era
bastante imprescindible), y los demás trastos que solemos llevar a
las monterías. Al principio no había mucho movimiento, cosa que
empezaba a preocuparme, a mí y por lo que se escuchaba en el
'chicharreo' de la emisora. Una vez soltaron las rehalas la cosa
cambió, y vaya si cambio, las reses empezaron a moverse, los
cochinos salían de todos lados, un verdadero gustazo.
De
nuevo las rehalas brillaron, volviendo a demostrar quien tiene la voz
cantante en esto de la caza en montería. Yo tuve la suerte de ver a
las rehalas de Garnica, con esos portentosos atravesados, y a Jose
Rojo, y si alguna más que no alcanzo a recordar y que pido que me
perdone, pues la tensión del momento y el sol en la cara no me
dejaban distinguir las insignias de todos los guerreros. Tras una
ladra por el denso pinar, y apoyarme en el trípode, conseguí
clarear un venado, que a pesar de la distancia me pareció verlo
aparente, tras 3 tiros el venado entró en un lentisco y desapareció
del alcance de mis ojos. Tras avisar a mi padre, él se dispuso a
mirar por los prismáticos para ver si veía algo que pudiera
indicarnos si el venado estaba allí. Mientras recargaba el rifle, a
unos escasos 40 metros, un espeso jaral que teníamos a nuestra derecha
vi un venado parado, quieto, intentando pasar desapercibido a las
malas intenciones que tenía sobre él, pero de un rápido disparo le
alcance en el codillo, cayendo seco el animal. Todo parecía que
había concluido cuando el cérvido se levantó y queriendo vender
cara la muerte realizó una arrancada que hizo que tuviera que
realizar 2 disparos más, finalmente, el venado sucumbió, ganando por
esta vez la partida el cazador.
Yo
no estaba muy seguro, pero mi padre me convenció de que era el mismo
venado que había tirado en el pinar, y finalmente así fue, ya que
el venado tenía un tiro en la cuerna de los primeros tiros que se me
habían quedado altos, demostrándose de nuevo que la experiencia es
un grado.
5
minutos después del lance, vi un cochino asomar por el testero de
enfrente a una distancia bastante considerable, y al avisar a mi
padre, el cochino se dio la vuelta, pudiendo 'soltar' un tiro en el
último momento que no alcanzaría mi objetivo. ¡Lástima! Venia
derecho hacia abajo pero algo le hizo cambiar de opinión, el año
que viene será más grande. Mientras tanto los perros seguían a lo
suyo en aquel pinar, viendo 3 marranetes más por allí, pero la
cercana distancia de los perros y el sol me hicieron desistir de
intentar cualquier tipo disparo, ya se sabe que ante la duda...
Cuando
los infatigables perros volvían para sus camiones, una vez pasaron
por el puesto, se levantó un cochino bastante grande, por lo menos
de cuerpo, que nos hizo ponernos en tensión, pero salió para el
lado equivocado, al menos para nosotros, y es que ya se sabe, hasta
el rabo todo es toro.
Una
vez terminada la montería, fui a cobrar el venado abatido, cosa que
me costó bastante, debido a que el jaral era bastante espeso, pero
con la inestimable ayuda de mis compañeros del puesto de al lado Antonio
Trujillo y Sara, que habían abatido una gran cochina, conseguimos
encontrarlo. Cual fue mi sorpresa al ver que se trataba de un
ejemplar bastante bonito para la zona, por lo que contento por el
trofeo, nos hicimos las fotos y lo marcamos.
Una
vez llegamos a la junta, las caras hacían presagiar un gran
resultado, habiéndose cobrado alrededor de 50 cochinos y algo más
de una decena de venados. Poco a poco fueron llegando los monteros a
la junta, y me alegré de que mis amigos hubieran disfrutado, Beltran
y Gerardo, acompañados de su padre Rafael, habían cobrado una
cochina. La inseparable pareja de M-H habían cobrado un bonito
venado, y muchos otros que habían disfrutado de aquel maravillo día,
aunque bien se sabe que nunca llueve a gusto de todos. Contentos por
el día y tras alguna copa, nos dispusimos a volver a Córdoba. Dar
las gracias de nuevo a las rehalas, postores, arrieros y todas las
personas que trabajan para que los demás podamos disfrutar de
nuestra afición. Un nuevo éxito de Monteros Españoles, que
esperemos que siga cosechando estos resultados muchos años más.
Tienes razón Álvaro.. ante la duda..
ResponderEliminarjajajjajajaaja
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